lunes, 7 de marzo de 2011

PAREN LAS ROTATIVAS

Ya vengo. Ya vengo. Estoy midiendo la distancia entre mi concepto de justicia y mi criterio de autovaloración.

lunes, 21 de febrero de 2011

BRILLO INEXACTO


Contoneos, pavoneos, embustes oscilantes
Sinsabor de lo frustrado, favor de los mandantes
Llenando silencios para anclar su alma hueca
Disimula los infundios de su pobre cavilar

Futil fusil que dispara vacío
Disfraza con tapujos su eficiente vanidad
Cara y ceca de lo trashumante
Teme fervorosa la ignorancia de uno más

Comandante y amante
Cachetada y candonga
Necedad y torpeza
Impostura y pavor

Ceremonias paganas de espejos que adoran
Huellas que se borran con los guiño sin fulgor
Un espíritu que grita buscando miradas
Porque hace un tiempo que sabe cuánto se perdió

Nada me subyuga menos que alguien que no vive pero pretende descollar.

lunes, 7 de febrero de 2011

HARDFACE

Así como existen las mañanas en las que uno empieza con humores indescifrables, más tarde existe el segundo en el que nos damos cuenta de por qué. Y si bien es alivianadora la clarificación de un mal día, también es perturbante darse cuenta de que una vez más nos hicieron caer.

Tengo muchísima consciencia de mi carácter y forma y aunque traté de moldearme por años, hay cosas que nacen en las raíces y me llegan hasta las ramas; cosas de las que me alimento para ser como soy y que si no existieran, desaparecería.

Y tal como soy lúcida ante mi propia esencia, lo soy con la de algunas personas. Y lo que más me alborota y amotina es que mi capacidad para filtrar sus malintencionadas pretenciones se vuelva a vulnerar y rendir ante sus artimañas.

No me considero imbécil, pero otra vez vengo a pecar de crédula. Lo que puedo rescatar de cada situación de estas, es que en cada una de sus reiteraciones el tiempo entre mi ignorancia y mi entusiasmo es cada vez más corto; y eso me permite avanzar con la esperanza de que un día no habrá tal brecha porque lo podré detectar o, al fin, convivir con ellas.

Por lo pronto conservo un dejo de indignación mientras vuelvo a repetirme que el origen de mis momentos de felicidad se originó en ese segundo en el que decidí no esperar más peras del olmo.

Y también, por el momento, puedo hacerme cargo de mis decisiones y, por consiguiente, no ocultarlas. Es más fácil dormir tranquilo cuando nuestras mejillas, nuestros ojos, nuestra nariz, nuestro mentón... cuando nuestra cara es blanda.

domingo, 12 de diciembre de 2010

FUEGO INAPELABLE


Arde en la profundidad de una entraña.

Arde como tristeza de amor.
Arde como infierno prometido.

Como herida salada, como deseo rojo, como eterna esperanza.

Chispa. Llama. Fuego encendido.

Abrasa enroscada en la pasión y achicharra sin piedad a los que suprimen todo lo ajeno.

La libertad es calor y vehemencia. Corre por las venas, arterias de sangre humana, ríos de la madre tierra.

Es inevitable desearla, es inevitable temerle, es inevitable adorarla, cuidarla y engrandecerla.

Es infame negarla, es infame cegarla, es infame encerrarla, apagarla y atarla.

Hay libertades que duran lo que un fósforo, otras lo que una fogata y otras lo que la eternidad de un alma. Solo la atizan o estimulan los espíritus que batallan entre el amor y la discordia.

Leguas de fuego separan a los intrépidos cariñosos y humanamente igualadores de los excitados represivos y los entusiasmados mezquinos.

Ser humano es igual a ser libre. Ser libre es igual a ser valiente.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

EL DÍA DESPUÉS DEL DÍA

Un ventarrón, que corría escapando del estancamiento, abrió en su desesperada estampida la puerta que las manos del tiempo habían cerrado. Fue de golpe, sin presagios, sin un mísero minuto para desempolvar la desconfianza. Y quedó a la vista, tal como se reabre una herida y se dispone a sangrar, lo que había allí escondido.

En esa habitación alguien había guardado hace años los vestigios de una tristeza. Lágrimas de almohada, ilusiones en harapos, vendas para corazones, antifaces para traicionar, fotos de lo que ya no existe, nudos en la panza. Todo en frascos, todo etiquetado, todo en un perfecto orden sin lugar para la confusión.

En un momento de esplendor apagado habían sido el equipaje del alma de una mujer fragmentada. Una que antes de fugarse tuvo que quemar las promesas del repentinamente desconocido. Una que se arrastró por caminos llenos de incertidumbre, se alimentó de lo que encontraba, se adaptó a los climas que le tocaban en suerte hasta el día que encontró aquel lago. Ese fue el primer día, después del día de todos los días, en que se permitió apoyar el equipaje en el suelo. Viendo que estaba liviana se movió casi sin pensar y corrió a la orilla. Vio su reflejo en el agua y se reconoció por fin. Era otra y la misma. Era la misma pero mejor. Construyó paredes, talló una puerta y guardó todo lo que estaba en su equipaje en ese recóndito gran cofre. Echó el candado. Y se echó a andar.

No quería nunca más volver a verlo. No quería ya más sufrir.

(Continuará)

martes, 23 de noviembre de 2010

PALABRAS AL VIENTO

Un millón de palabras resuenan en los oídos de una pelusa errante que recorre la ciudad. A ella la lleva el viento, no vive en ningún lado. Ella es, simplemente, por los designios del azar.

Se pasea escuchando los sonidos que tiran las personas, esas que parece que están para desperdiciar. Excusas, teorías determinantes, insultos, consuelos, consejos. Y a veces también silencios, esos que sirven mucho pero no ocupan nada de lugar.

La pelusa los atrapa en el aire con su red de fantasía y las guarda en su bolsa de futuras oraciones. Cree que si cayeran al suelo, así sin más, todos nadaríamos en un mar de ruidos sin sentido ni contexto.

Ese día, de suaves brisas, flotaba la pelusa sin buscar. Mientras lo hacía cazó al azar, al pasar por una ventana de esas grandes con balcón francés, una nueva definición de "libertad":

- "... sucede que yo no vivo cargando mis vértebras con el peso de ser quien soy..."

Sonrió al oír a esa muchacha, puso las palabras en su bolsa y voló más alto que nunca para continuar su vuelo... Otro día fructífero cargado de satisfacción.

Y mientras se elevaba y la ciudad se hacía más pequeña a sus pies, pensó: No es verdad que las palabras solo crean confusiones, hay algunas que merecerían caer a la tierra y regalar su luz a los dispuestos.

Y en los días subsiguientes siguió cazando. Excusas, teorías determinantes, gritos, consuelos, consejos. Y a veces también silencios, esos que sirven mucho pero no ocupan nada de lugar.

Pero desde el día de la ventana con balcón francés, su red de cazadora le hace un guiño y deja caer (no sin su entero consentimiento) ciertas frases para aliviar algún espíritu atrapado. Tan atrapado como estuvo el suyo alguna vez.

lunes, 22 de noviembre de 2010

DE PARTIDAS, REVUELTAS Y REAPARICIONES

Suelo estar aprendiendo a reconocer ese punto de inflexión entre el fastidio necesario y el malhumor deshilvanado.

Pasa cuando viene el soplido de su queja. Un lamento demandante que parece de antaño pero que reconozco como aquel que renace cada día en el despertar de su voz portadora.

Se acerca con soplidos pequeños pero poco sutiles. Una vez cada tanto. No todos los días. Como disimulando esa intencionalidad egocéntrica que en realidad la engendra.

Y me hace erguirme y pestañear rápido y así no tener que cerrar los ojos. Si lo hago no veré la llegada de su cachetada inexperta pero hábil. Pero si los abro entrará para rasparme su basura imperceptible. Sigo pestañeando.

Pasa y deja un pequeño rasguño que arde pero no mutila. Sin heridas profundas, solo rae la superficie para decir "Por acá pasé yo. No soporto que me olviden".

Y yo que ya olvidé, que no espero nada ni le adeudo favor alguno no puedo evitar el tedio que me provoca su incapacidad para la resignación. Representa en mi lejana memoria a la desilusión total, una página blanca con letras negras, una frustración curada, una enorme montaña de vicios ya sorteada.

Extrae un segundo lo peor de mi, me exprime ácida como estoy y cuando llego al punto de casi detestarla por completo caigo en la cuenta de que no tengo más que darle las gracias. Le tengo piedad y mis ojos se aclaran. Sucede que sin saberlo me despojó de todo lo defectuoso, me quitó la virósica ira y la puso afuera donde debe estar. Luego la absorvió ella y la asimiló en sus entrañas resentidas.

Ahora sus presuntuosos propósitos de ególatra le volvieron en deshechos de su propia esencia. Es un satélite que ronda las dichas ajenas sin poder robarles siquiera una imagen que le sirva para sus ansias desenfrenadas de envidia.

Lamentablemente nunca, nunca, nunca tendrá un espejo que le devuelva estas miradas inevitables. Los ha destruido todos en su misión incansable de desidia negadora.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

PIEDRA LIBRE

Creo que no preciso demasiada suspicacia para percibirte en tu nitidez.

Ni bien alguien te ofrece una miseria, una debilidad, una pelusa negra en la blancura, allí estás vos para devolver cínicamente tu hombro inexacto.

Determino, luego de observarte por un rato no muy extenso, que lo que te es entregado como muestra de confianza es para vos una munición más para tu trinchera. Resguardada por dentro de tus inseguridades, te apoyás en todo aquello que - aunque ínfimamente - te proyecta superior. ¡Y qué bien te calza en esos momentos tu overol de altruista y comprensiva!

Te veo rústica en lo áspero pero no en lo original.
Te veo dura para la aceptación pero no para la templanza.
Te veo transparente en lo imperceptible pero no en lo genuino.

Es evidente el estancamiento.

Y no espero que crezcas ni aunque te rieguen todos los días. Sucede, en tu caso, que el principal problema reside en tus raíces.

Tus ramificaciones son tan supuestas e inefectivas que una hormiga hace más sombra que cualquiera de tus insolentes palabras.

miércoles, 27 de octubre de 2010

LISONJAS Y OTRAS MENTIRAS

Veo caras de piedra que intentan gesticular tristeza, al tiempo que sus músculos lidian con el alivio y la alegría.
Oigo tonos compungidos que quieren emular la desdicha mientras sus cuerdas se enriedan para contener un grito de liberación.
Toco humedad de lágrimas propias y ajenas y entre tanto mi cabeza pone luz sobre una dura e insana verdad: la codicia no se repliega ni ante la contundencia de una muerte inesperada.

Viene el pavor y me da un cachetazo para ponerme ante la obscena pesadumbre de aquellos que traicionan su propia conciencia. Ella, en realidad, les demanda regocijo ante la súbita ausencia de sus antípodas y un corso de festejo les recorre las tripas. Mientras tanto, el envase pretende presumir de su desconsuelo, como una puta que simula disfrutar su condición sólo por una paga final que le resulta imposible de rechazar.

Es la negación por la negación misma, como si fuera un pase mágico que en sus mentes hace de lo innegable un mito incomprobable. La intolerancia les roba los argumentos, sus palabras se fagocitan en el sinsentido y el espejo se ennegrece para que no tengan que ver cada mañana su existencia de utilería.

Hay algunos que solo existen a través de sus opuestos y por eso el camino a su felicidad es la búsqueda constante de enemigos. Ahora, ya sin ese rival que le daba explicación al hecho de ser alguien en la vida, de a poco irán cayendo en la cuenta de cuánto necesitan una nueva identidad. Una de esas que cada tanto se compran para renacer convenientemente flotando hacia el encantador sonido de sus egoístas intereses.

Se oye el descorche de los civilmente ignorantes mientras viven suponiendo que el cielo nunca les devolverá el escupitajo. Todo lo que les deseo es el doble de sus expectativas... y un poco más de discernimiento al final del día.

martes, 5 de octubre de 2010

ADALIDES IMAGINARIOS

Gente atormentada, adormecida, malgastada. Ansiosos de libertad repudian la ajena. Todos iguales, paquetes de la misma máquina, autómatas de un sistema que alimenta sus cuentas y sus egos.

Con un desprecio total por aquél que pasa un poco cerca sienten peligrar el injustificable equilibrio heredado ancestralmente y pertenecen a una realidad estancada lejos en el tiempo a la que se someten por costumbre más que por razonamiento.

En la veleta de sus principios, que gira merced a repentinos soplos de conveniencia, sólo existe el norte, uno que se va reubicando al grito autoritario de las intenciones egoístas.

Una ausencia total de humildad los transforma en elementos maleables del sistema de turno porque allí donde haya un poquito de poder con que tentarlos podrán ser llevados con dos dedos de sus narices. Es que resulta siempre más fácil convencer a un avaro que a un idealista porque la libertad es un hábito adquirido además de un regalo del destino. Se trata de la libertad en el amor, de la libertad interior, de ese control sobre nosotros mismos que nos hace sentir livianos e invencibles. La sola búsqueda de su supuesta útopica existencia rompe las cadenas; es el medio que construye la torre centinela de nuestra fuerza.

Foto: Tomás Casares. http://www.flickr.com/photos/tomascasares2/sets/