viernes, 24 de junio de 2011

ES TIEMPO

Ebulle.

Ebulle antes de hervir.

Ebulle.

Ebulle y está a punto escaldar.



En esas situaciones que vislumbran finales conocidos pero no pueden evitar la incertidumbre, es donde se exhiben las caras, se definen las figuras.

Así, podemos ver los cerebros que se creen de caviar, que adoctrinan e intentan adiestrar. Se revuelcan en una especie de ego, se deleitan con su escaloncito más arriba. Chapotean en un charquito de detalles y los agrandan para vestirlos de importancia. Es una hábil pero burda manera de evitar embarrarse poniendo las patas en la trascendencia del compromiso. Es que elevarse da vértigo; hacer es de valientes.

Podemos creer que no somos sin nuestro opuesto y hasta podemos necesitarlos; pero siempre, SIEMPRE, primero debemos establecer nuestros propios límites. Es la única manera de no terminar mimetizándose con aquello que criticamos.

Hay momentos para enroscarse en las ideas y hay otros para detenerlas y ponerlas en acción. Lo próximo, casi urgente; lo que nos toca con el dedo en el hombro, es la inminencia de actuar.

Dejemos las discusiones ombliguezcas, alejémonos de los pensamientos afectados y condensemos los conceptos. Hagámoslos reales y palpemos en ellos el futuro.

Es la humilde opinión de esta pequeña persona que, quien no puede desabrocharse de la autocomplacencia de los pormenores, está preso de su cobardía. Y esa inconsciencia total de las propias nimiedades se traduce en inconsciencia total del prójimo.

Nada se puede construir sólidamente sin valorar la solidaridad. Es la omnipotencia de creer que la inmundicia siempre está en la vereda de enfrente. Y esa es una displicencia que yo no me pienso permitir.