viernes, 24 de febrero de 2012

DEJARSE


a veces no sabemos llorar la urgencia
se vuelve ladrillo mojado el estómago
y pesan los muslos de una duda indecible

enmudecen las manos, es sordo el abrazo, queda ciego el corazón estupefacto


a veces gritamos por dentro en silencio
la maraña de nudos de golpe se endurece
y detiene la tormenta un paredón de preguntas

chillan los ojos, pica el cerebro, clama el calor que le sobra al corazón


a veces lloramos hasta que todo es ridículo
la sensatez nos salva de una pequeña muerte
y la risa imprevista llega como un diluvio

ebulle la saliva, combustiona el aire, se evapora eso que casi nos mató