lunes, 21 de febrero de 2011

BRILLO INEXACTO


Contoneos, pavoneos, embustes oscilantes
Sinsabor de lo frustrado, favor de los mandantes
Llenando silencios para anclar su alma hueca
Disimula los infundios de su pobre cavilar

Futil fusil que dispara vacío
Disfraza con tapujos su eficiente vanidad
Cara y ceca de lo trashumante
Teme fervorosa la ignorancia de uno más

Comandante y amante
Cachetada y candonga
Necedad y torpeza
Impostura y pavor

Ceremonias paganas de espejos que adoran
Huellas que se borran con los guiño sin fulgor
Un espíritu que grita buscando miradas
Porque hace un tiempo que sabe cuánto se perdió

Nada me subyuga menos que alguien que no vive pero pretende descollar.

lunes, 7 de febrero de 2011

HARDFACE

Así como existen las mañanas en las que uno empieza con humores indescifrables, más tarde existe el segundo en el que nos damos cuenta de por qué. Y si bien es alivianadora la clarificación de un mal día, también es perturbante darse cuenta de que una vez más nos hicieron caer.

Tengo muchísima consciencia de mi carácter y forma y aunque traté de moldearme por años, hay cosas que nacen en las raíces y me llegan hasta las ramas; cosas de las que me alimento para ser como soy y que si no existieran, desaparecería.

Y tal como soy lúcida ante mi propia esencia, lo soy con la de algunas personas. Y lo que más me alborota y amotina es que mi capacidad para filtrar sus malintencionadas pretenciones se vuelva a vulnerar y rendir ante sus artimañas.

No me considero imbécil, pero otra vez vengo a pecar de crédula. Lo que puedo rescatar de cada situación de estas, es que en cada una de sus reiteraciones el tiempo entre mi ignorancia y mi entusiasmo es cada vez más corto; y eso me permite avanzar con la esperanza de que un día no habrá tal brecha porque lo podré detectar o, al fin, convivir con ellas.

Por lo pronto conservo un dejo de indignación mientras vuelvo a repetirme que el origen de mis momentos de felicidad se originó en ese segundo en el que decidí no esperar más peras del olmo.

Y también, por el momento, puedo hacerme cargo de mis decisiones y, por consiguiente, no ocultarlas. Es más fácil dormir tranquilo cuando nuestras mejillas, nuestros ojos, nuestra nariz, nuestro mentón... cuando nuestra cara es blanda.