martes, 25 de junio de 2013

RESURRECCIÓN Y CUENTA NUEVA


Al fin y al cabo, el único que se muere de amor todos los días, es el tiempo.

Porque no todo lo que encontramos fue buscado.
Ni el presente atrofiado. Ni el futuro hambriento.

Nos postramos en lo incontenible.
Nos marchitamos cada noche.

La sorpresa nos duerme.
El apuro nos amaina.

El vacío es un reloj.
El antojo es eterno.

Las agujas son destiempo.
La alarma es en el pecho.

El golpe es en los sueños.
El insomnio es de esperar.

El cambio es un grito.
El desprecio es un borrón.

La cuenta que nació vieja nos obliga a sumar.
Y la esperanza es verde como nuestra inmadurez.

Negro profundo como una garganta que no puede cantar.
Impenetrable de silencio. Arañazo de insistencia.

Hay lujuria en el desgarro.

Y las probabilidades no encastran en nuestra desproporción.
Y nuestra deformidad sin aire.
Y nuestro llanto sin paño.
Y nuestro ombligo salvador.

Al fin y al cabo, el único que se muere de amor todos los días, es el tiempo.
Pero a la vida no le importa, porque lo único que salva al tiempo, es el amor.