martes, 5 de octubre de 2010

ADALIDES IMAGINARIOS

Gente atormentada, adormecida, malgastada. Ansiosos de libertad repudian la ajena. Todos iguales, paquetes de la misma máquina, autómatas de un sistema que alimenta sus cuentas y sus egos.

Con un desprecio total por aquél que pasa un poco cerca sienten peligrar el injustificable equilibrio heredado ancestralmente y pertenecen a una realidad estancada lejos en el tiempo a la que se someten por costumbre más que por razonamiento.

En la veleta de sus principios, que gira merced a repentinos soplos de conveniencia, sólo existe el norte, uno que se va reubicando al grito autoritario de las intenciones egoístas.

Una ausencia total de humildad los transforma en elementos maleables del sistema de turno porque allí donde haya un poquito de poder con que tentarlos podrán ser llevados con dos dedos de sus narices. Es que resulta siempre más fácil convencer a un avaro que a un idealista porque la libertad es un hábito adquirido además de un regalo del destino. Se trata de la libertad en el amor, de la libertad interior, de ese control sobre nosotros mismos que nos hace sentir livianos e invencibles. La sola búsqueda de su supuesta útopica existencia rompe las cadenas; es el medio que construye la torre centinela de nuestra fuerza.

Foto: Tomás Casares. http://www.flickr.com/photos/tomascasares2/sets/

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