Ama a una mujer pequeña y a través de sus dos ventanas celestes se puede ver un manantial.
De pocas palabras, de mirada que habla, de ternura inevitablemente adorable.
Me dio la vida, la vida de un hada. Pude volar porque él lo quiso por sobre sus tristezas, esas tristezas de extrañar. Y nunca puso un pero que no fuera de cuidar.
Carga con una culpa que solo su inopacable pureza le reclama.
Porque yo no quiero más que ese amor inmenso que me da.
Porque no puedo más que admirar todo lo que fue, lo que es y lo que le resta ser.
Porque su vida fue construir y es así como al final de todo verá que eso valió la pena.
Diferentes, casi iguales. Hay algo en mi más fuerte que su sangre en mis venas.
Es el orgullo de decir con el pecho muy grande "ese es mi papá".