Hay días que llueven por dentro... Cuando nos topamos absortos y nos encapsulamos y conseguimos ser herejes de nuestro propio misticismo.
Intuyendo que nos desplomamos concéntricamente todos hacia el mismo núcleo, más nos salvaría ser lo que debemos ser. Quebrantando ciertas pautas, amordazando nuestros demonios y oyendo la voz ensordecedora de nuestra mortalidad. Esos gritos que nos confinan a buscar incesantemente.
Y abandonar las excentricidades, los rasgos solemnes de celebridad, los fugaces encantos, las pretenciosas esencias. Y poder verlos como las micropartículas de realidad que verdaderamente son.
Porque lo impalpable empuja la búsqueda. Porque la búsqueda siempre encuentra. Porque encontrar es un nuevo comienzo. Porque comenzar es volver a vivir.
Somos tirabuzones. Vamos, venimos, parecemos volver, nos obstinamos. Nos creamos reincidiendo. Cada vez en círculos más pequeños. Cada vez más rápido. Cada vez más cerca de eso que nos espera a absolutamente todos al final del arcoiris.
Foto: Tomás Casares
Gracias!!!
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