martes, 20 de julio de 2010

DEVOCIÓN


Hay días como hoy en los que pienso en el arraigo de los verdaderos afectos. Se revolucionan los avisperos, muchos buscan llenar el espacio por imposición y yo trato de observar desde un costado para entender lo real de todo esto.

Busco un abrazo, una cercanía, una distancia que no aleje... y eso lo encuentro en mis raíces de siempre, las añejas, las más firmes. A ellos los valoro, los cuido porque son mi tesoro. Son mi esencia, el centro de mi tierra. La verdad que busco y siempre encuentro.

También me sorprendió la vida un par de veces con algunos que sin conocerme pretenden hacerlo desde siempre y aceptan mi verdad y mi miseria. Me abren su realidad e iluminan la mía. Esos los bendigo y los agradezco. Los acompaño y los dejo entrar.

Pero sobre todo, en momentos semejantes, me planteo sobre aquellos a los que solo les fui de utilidad; esos por cuya vida pasé de manera funcional sin posibilidad de trascender en el vínculo. Aquellos que ante otros afectos más convenientes y momentáneos me consideraron caduca y me juzgaron como antes no lo hacían. El dolor que ellos me hayan provocado alguna vez, en este momento de tanta alegría recibida, se cura, se renueva y se capitaliza.

Como digo de vez en cuando, que el pasado vuelva para ver nuestro firme presente y asumir que ya nunca podrá volver a ser. Nunca como el de antes. Sí para ser mejor que el de siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Grande, real, profundo, simple, verdadero!!! as usual...
la Negra