viernes, 28 de mayo de 2010

CONTRA-ADICTIVO

¿Cuánto tiempo está un ser humano predispuesto a desperdiciar? La rosca de la culpa se acopla a la inactividad y construye engranajes perfectos para un sistema que teme al cambio y calca actitudes, una sobre otra, una sobre otra...

El remordimiento es, en su anatomía, una sucesión amorfa de palabras vacías si no muestra en acciones una mínima elevación de espíritu.

Es en su esencia, inconducente mientras no persiga evitar la repetición y aliviar el desconsuelo.

Y es de trato peligroso cuando tiene cara y careta; la imitación fidedigna del altruismo... benevolencia interesada.

Solo volutas de insustancial discurrimiento bajo el que simulamos ser catedráticos del misterio de la vida mientras que al mismo tiempo no podemos reconocernos como seres apasionados, capaces de dar forma, aunque más no sea, a una vaga respuesta a nuestra incertidumbre.

Somos seres disonantes. En ciertas oportunidades, holgazanes. Por momentos, amorfos. En ocasiones, autodestructivos. Mayormente, inquisidores.

Esporádicamente, somos capaces de procrear milagros.

Pero claro, más fácil es mirar la pared rota y lamentarse que enfrentar el espejo y, luego del espanto, reedificar y engrandecerse.

1 comentario:

El Calesitero dijo...

Me gusto la descripción que hiciste, lamentablemente me siento bastante identificado.