Con esa convicción me permito la inobservancia de ciertas reglas y me llamo a silencio para escuchar el tan-tan de mis impulsos naturales.
Me atraen las cosas moderadas. No prefiero los rasgos célebres y reputados ni los encantos fugaces y precarios de esencia. Son solo fragmentos en el tiempo. Veo que confunden, no los quiero para mi.
El gusto por lo sencillo acompaña a las grandes personas. Por el contrario, la devoción por lo adornado provoca raquitismo de espíritu.
La luz es para todos, pero no todos podemos iluminar.
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