Cómo vivir sin considerar que la eternidad de todo, alguna vez, fue puesta en duda.
Cómo avanzar sin entender que, sencillamente, todo puede acabar.
Prefiero siempre a los que pueden encontrar la magia en los detalles, lo grande en las pequeñas cosas, con la misma naturalidad con la que respiran.
Y excitan, e impulsan, y enardecen.
Los otros, los rebuscados, solamente pretender exhibir su erudición y, con eso, dejan traslucir sus aires de superioridad.
Y no provocan, y no atraen, y no sugieren.
Ojalá siempre haya alguien que me incite con pocas y exactas palabras, porque lo peor que podría pasarme es nunca más sentirme estimulada.
No podría abandonar los sueños, ni detener mi intuición, ni dejar de buscar los recodos del recelo.
No soportaría verme apresada y que ya nada afectara mi imaginación; la incertidumbre vertiginosa de lo desconocido es lo que me hace sentir viva.
Soy incesante.
Necesito atravesar los sacudones intelectuales, las cosquillas en el cerebro, las chispas de la sorpresa.
Amor también es entender la incitación que provoca el afuera, lo ideal, en el otro.
Traición es querer cercar su intimidad abstracta.
Acertar es no considerarlo nunca una posesión.
No soy tuya, me doy a vos.
No sos mío, yo te espero acá.
Y así..
cuando el ardor se comparte...
todo, otra vez...
se vuelve perfecto.