jueves, 27 de diciembre de 2007

DESAMOR PROPIO

"¡Eureka!", dijo. "¿Con qué no siempre tengo la razón?".

Eso era todo, caer en la cuenta (tras vivir en una eterna resta dividida) de que a veces uno mismo puede ser su peor enemigo.

¿Qué es lo que despierta ese impulso de autodestrucción?
Adormecer sufrimientos con veneno.
Vengarse de sí mismo con una ración de su propia medicina en mal estado.
Negar el humano dolor con autocríticas fanáticas.

Y ahí, sigsagueando dubitativo entre la victimización desvalida y el suicidio emocional, se transforma en su peor versión.

Y en el examen que la propia conciencia le toma cada insomne noche, se puede leer con tinta roja "Rehacer para mañana".


" (...) en un presente que no puede ser futuro porque se estancó en un pretérito irremediablemente imperfecto." (sobras de ayer)

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