Los artistas tienen dentro de sí dos almas, dos naturalezas; en ellos existe lo divino y lo demoníaco, la sangre materna y la paterna, la capacidad de ventura y la capacidad de sufrimiento.
Y estas personas, cuya existencia es muy agitada, viven a veces en sus momentos de felicidad algo tan fuerte y tan indeciblemente hermoso: la espuma de la dicha momentánea salta con frecuencia tan alta y deslumbrante por encima del mar del sufrimiento, que este breve relámpago de ventura alcanza y encanta radiante también a otras personas.
Así se producen, todas aquellas obras de arte en las cuales un solo hombre atormentado se eleva por un momento tan alto por sobre su propio destino, que su dicha luce como una estrella, y a todos aquellos que la ven, les parece algo eterno y como su propio sueño de felicidad.
Y estas personas, cuya existencia es muy agitada, viven a veces en sus momentos de felicidad algo tan fuerte y tan indeciblemente hermoso: la espuma de la dicha momentánea salta con frecuencia tan alta y deslumbrante por encima del mar del sufrimiento, que este breve relámpago de ventura alcanza y encanta radiante también a otras personas.
Así se producen, todas aquellas obras de arte en las cuales un solo hombre atormentado se eleva por un momento tan alto por sobre su propio destino, que su dicha luce como una estrella, y a todos aquellos que la ven, les parece algo eterno y como su propio sueño de felicidad.
(H.H.)
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