Nos estremecemos tanto ante lo que nos domina, que nos mitigamos en la costumbre. La tensión se corta porque no soporta enmudecer. Y también está la pasión, que nos azota con caricias, nos marca y nos lastima, nos enciende y nos incendia. Nos determina.
Hoy nos toca escondernos de la duda. Mañana quizás nos encuentre sin disfraz.
La sequía que deja la combustión de lo urgente no es para cualquiera.