a veces no sabemos llorar la urgencia
se vuelve ladrillo mojado el estómago
y pesan los muslos de una duda indecible
enmudecen las manos, es sordo el abrazo, queda ciego el corazón estupefacto
a veces gritamos por dentro en silenciola maraña de nudos de golpe se endurece
y detiene la tormenta un paredón de preguntas
chillan los ojos, pica el cerebro, clama el calor que le sobra al corazón
a veces lloramos hasta que todo es ridículo
la sensatez nos salva de una pequeña muerte
y la risa imprevista llega como un diluvio
ebulle la saliva, combustiona el aire, se evapora eso que casi nos mató