ABRÍ
No abrir es no desear.
No desear es estar dormido.
No despertar es no estar vivo.
No estar vivo es nunca, jamás haber nacido.
No ir detrás, no perseguir, es la negación absoluta de la existencia.
Todo eso es el miedo a nosotros mismos y nada hay más anticreador que aterrarse ante los propios deseos.
Si no hay nubes nunca lloverá, y mientras no llueva, y sudando gota a gota, nos iremos secando hasta dejar nuestro propio ser.
Y así, sin deseos siquiera de aire...
Desaparecer.