lunes, 11 de agosto de 2008

ARENA ENTRE MIS DEDOS

Hoy la única certeza es la fragilidad.
Vida quebradiza, ínfima, escurridiza. Transparente, holográmica, etérea, veloz, aparente.
Todo es un sueño, un berretín de la realidad.

A veces vivo en un capricho vehemente. Me rehuso a su esencia utópica, vivo la negación.
Enuncio un sistema de leyes propias como absolutas y una cachetada de hielo, una palabra inesperada y descontextualizada, me deja en un solo segundo en el universo del desconcierto.

Mis teorías de grandilocuencia son ahora titulares de pasquín.

Hoy la única certeza es la fragilidad.
La mía, la tuya, la suya.

La de la certeza, también.

EL VALOR DE LAS PALABRAS

Creyéndome inmortal en la esfera de todas mis vanidades, un día advertí que soy la misma que puede dejarse dejar. Junto ausencia con presencia y esa es la vida-mi vida.

Me construyo empuñando palabras hasta que un miedo atroz me extingue.
El abandono perturba mis entrañas, me lleva a la medida ínfima de un grano de arena, y yo me percibo más cercana a un átomo que a la grandeza del mundo.

Un espejismo de felicidad, ceguera como placebo. El amor como un puñal, con el que puedo defenderme, herir y quitarme la respiración. Un lujo. Un peligro. Una elección.

No temo decir, por eso escribo.
Temo a veces hacer, por eso escribo.